domingo, 8 de octubre de 2017

La vida no es fácil. Pero si colocamos a Dios como nuestro conductor y forjador de nuestra vida sera mas fácil sobrellevar las dificultades....

 Amo a Dios y le siento
en los pequeños milagros de cada hora: 
en el fuego de la poesía, en el
dorado vuelo de la danza, en 
los latidos blancos de la música.

Amo a Dios y ausculto latidos 
de su pecho en el flujo y reflujo 
del mar sobre la playa, en la 
dulce marea de luz de las 
vidrieras, en el duro chasquido 
del relámpago, en las calientes
nanas de la lluvia.
 Amo a Dios porque, a la luz 
del Crucificado, voy descifrando
rutas, atajos de salvación por 
las oscuras sendas 
del sufrimiento.

Amo a Dios y reconozco su 
Voz, su Presencia por los
íntimos claustros del corazón.

Amo a Dios porque si no es 
de Dios ¿de dónde me nace 
la dulcísima primavera de amor 
que estalla hoy por los 
jardines de mi vida?.
Amo a Dios y creo en Jesús
resucitado, de brazos 
abiertos, corazón en ascua 
y alas de Dios.

Amo a Dios y lo descubro 
en la mirada azul del niño, 
ventana pura por donde 
se asoma el Padre de la Vida 
y contempla con ternura su
creación.

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